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San Martin de Tours |
Ayer celebrábamos la fiesta de San Martin. Nació alrededor del año 316 en Hungría, perteneciente por aquel entonces al imperio romano. Es el primer santo cristiano que no murió martirizado. Estuvo 25 años sirviendo al ejército. Un día frio de invierno del año 337, siendo soldado, en las puertas de Amiens, se encontró un mendigo que tiritaba de frío. Bajó del caballo y, cortando su capa, le dio la mitad. La otra mitad pertenecía al ejército y no era suya. Por la noche tuvo un sueño en que vio a Cristo, vestido con la media capa que él le había dado, y que decía a los ángeles que Martín era el soldado romano que le había abrigado. Después de este sueño, Martín, que era catecúmeno, o sea, que se estaba preparando para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, se bautizó, dejando al poco tiempo el ejército. Se fue a Poitiers, donde era obispo San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".
Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la Catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir este cargo, lo obligaron a aceptar.
En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 monjes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.
Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado de ejército. Él le contestó: "Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales".
Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia. La gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. En su trato empleaba la más delicada bondad con todos.
Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después al emperador, que estaba allí a su lado. Explicó el porqué: "Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual". Al emperador le agradó aquella explicación.
En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados.
Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: "¿Te alejas Padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?. El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: "Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehúso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar".
Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el Cielo el premio por sus grandes labores en la tierra. Murió de anciano, a los 80 años.
El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.
Mientras el séquito fúnebre remontaba las aguas del río Loira hacia Tours, el tiempo se fue dulcificando, las plantas y los árboles renacían y las flores brotaban de nuevo. A pesar de ser pleno otoño, parecía que volvía a ser verano. Era el VERANILLO DE SAN MARTÍN.
En Catalunya, la tradición explica que cuando Martín compartió la media capa con el mendigo, dejó de nevar y salió un sol espléndido, la temperatura subió y la nieve se fundió. La luz del sol al cruzar el agua hizo nacer un arco de colores, EL ARCO IRIS, o l'ARC DE SANT MARTÍ, en catalán.
Aprendamos de San Martín su prontitud en compartir con el hermano necesitado. Es el mismo Jesús. Seamos también prontos a cumplir con amor y abnegación la voluntad de Dios en cada momento, procurando siempre el bien de todos.
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Arco Iris o Arc de Sant Martí |
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