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Preciosa Sangre de Cristo |
Después del mes de mayo en que veneramos a la Virgen María y del mes de junio dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el mes de julio es el mes de la Preciosísima Sangre de Cristo. El recuerdo de la sangre derramada por Jesús fue objeto de culto desde los primeros siglos de la era cristiana.
Según la tradición, fue el soldado Longinos quien atravesó el costado de Jesús con su lanza para asegurarse de que estaba muerto y, después de convertirse, recogió un frasco de la sangre que brotó del costado traspasado. para luego huir a Italia y quedarse en Mantua, en el año 37 d.C., en el lugar donde posteriormente se construyó la Basílica de San Andrés. En el año 804, tras el descubrimiento de la vasija enterrado por Longinos junto a su tumba, partes de la reliquia de la Preciosa Sangre fueron llevadas a la Sainte-Chapelle de París (Francia), la iglesia de la Santa Cruz en Guastalla (Italia), la Basílica de San Juan de Letrán en Roma (Italia) y la abadía de Weingarten (Alemania).
Esta fiesta se celebraba en varios lugares, por lo que el Papa san Pío X decidió fijar su fecha el 1 de julio de 1849. Con la reforma del calendario litúrgico en 1970, esta fiesta fue reemplazada por la Solemnidad del Corpus Christi en todos los calendarios litúrgicos excepto en el de Jerusalén, que mantiene el ritual vinculado al lugar de la Agonía.
La devoción a la Sangre de Cristo es en el fondo un acto de amor y de respeto al misterio insondable del Amor y de la Misericordia divinas.
Santa Teresita, en su autobiografía: "Historia de un alma", nos cuenta como "ofrecí a Dios todos los méritos infinitos de Nuestro Señor y los tesoros de la Santa Iglesia". Pidió una señal para saber que su oración había sido escuchada, la plegaria por la conversión de un gran criminal, Pranzini, y cuenta: "Había obtenido la señal pedida, y esta señal era la fiel reproducción de las gracias que Jesús me había concedido para inclinarme a rezar por los pecadores. ¿No se había despertado en mi corazón la sed de almas precisamente ante las llagas de Jesús, al ver gotear su sangre divina?. Yo quería darles a beber esa sangre inmaculada que los purificaría de sus manchas, ¡y los labios de "mi primer hijo" fueron a posarse precisamente sobre esas llagas sagradas! ¡Qué respuesta de inefable dulzura!". La Sangre de Jesús es manantial de salvación. Más adelante nos dice la misma santa Teresa del Niño Jesús: "Mi deseo de salvar almas fue creciendo de día en día. Me parecía oír a Jesús decirme como a la Samaritana: "¡Dame de beber!".
Todos estamos invitados a rezar por la conversión de tantos hermanos nuestros que vagan sin rumbo, lejos de Dios. Hagámoslo con la fe, la confianza y el amor de santa Teresita. Miremos a Jesús en la Cruz, Él nos lo dio todo por Amor, y "amor con amor se paga". Cuántas personas, si conocieran a Jesucristo, serían felices y sus vidas tendrían sentido. La oración es muy poderosa. "Nada es imposible para Dios" (Lucas 1, 37) .
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Santa Teresita junto a la Cruz |
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